¿Qué hacer cuando alguien te saca de quicio?

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«El verdadero camino del guerrero es evitar el conflicto.»

«La victoria verdadera es la victoria sobre uno mismo.»

Ueshiba

Todos lo hemos vivido. Esa sensación de hervir por dentro, de querer gritar o huir, de no soportar más a alguien que nos irrita profundamente. Ya sea una palabra fuera de lugar, una actitud constante o simplemente una energía que nos descoloca… ¿Qué hacer cuando alguien nos saca de quicio?

Desde el Instituto del Qi y el Movimiento, queremos proponer una mirada distinta: ni culparnos por sentirnos así, ni alimentar la reacción con más juicio. Queremos aprender a sostener lo que ocurre dentro con curiosidad, amabilidad y práctica consciente.

🧘‍♂️ La perspectiva budista

En el budismo, se considera que las emociones difíciles —como la ira o la irritación— no son «enemigas» a eliminar, sino puertas hacia una mayor comprensión de nosotros mismos.

«Los demás no son responsables de nuestras emociones; son espejos que reflejan nuestras heridas no resueltas.»
– Thich Nhat Hanh

Cuando alguien nos irrita, el Buda nos invita a preguntarnos:

  • ¿Qué está tocando esa persona en mí?
  • ¿Qué expectativa, necesidad o herida está activando?

El primer paso es no actuar desde la emoción. Tomar conciencia de lo que ocurre dentro antes de responder afuera. Y para eso, la respiración es nuestra primera aliada.

🌬 Ejercicio 1: Respirar antes de reaccionar

  1. Toma tres respiraciones profundas, sintiendo cómo el aire entra y sale.
  2. Al inhalar, repite mentalmente: «Estoy sintiendo irritación.»
    Al exhalar: «Y está bien, la observo sin juzgar.»
  3. Lleva la atención a tu cuerpo: ¿Dónde sientes la emoción? ¿Qué forma tiene?

Este ejercicio simple puede marcar la diferencia entre reaccionar impulsivamente o responder con presencia.

🌀 Desde la medicina china y el Qigong

En la tradición energética china, la ira está asociada al hígado y al elemento madera. Cuando hay desequilibrio en este órgano, la energía se estanca y aparecen síntomas físicos (como tensión en el cuello o mandíbula) y emocionales (irritabilidad, impaciencia).

El Qigong nos propone movilizar esa energía para que no se quede atrapada.

🐉 Ejercicio 2: Qigong para liberar la energía del hígado

  1. Colócate de pie, con las piernas separadas al ancho de los hombros.
  2. Gira el tronco suavemente de un lado a otro, dejando que los brazos cuelguen y se muevan como látigos, golpeando ligeramente los costados (zona del hígado).
  3. Respira profundo mientras lo haces. Hazlo durante uno o dos minutos.

Este movimiento ayuda a disolver la tensión emocional, desbloquear el Qi del hígado y restablecer la calma.

🌱 Otras perspectivas útiles

  • Mindfulness: observar la emoción sin identificarse con ella. No decir «estoy furiosa», sino «está apareciendo furia en mí».
  • Psicología somática: mover el cuerpo, estirar, sacudir los brazos o caminar para descargar la energía acumulada.
  • Filosofía taoísta: cultivar la flexibilidad interna, como el bambú que se dobla pero no se quiebra.

💬 Y después… ¿qué?

Una vez que la emoción se ha calmado, quizá podamos tener una conversación o tomar una decisión. Pero lo haremos desde un lugar más consciente, menos reactivo.

A veces, quien nos irrita más es quien más necesita nuestra compasión —incluyéndonos a nosotras mismas.

🤝 El poder del no-conflicto: una historia real en el tren de Tokio a través del Aikido

Terry Dobson, maestro de Aikido, cuenta que un día, mientras viajaba en un tren en Tokio, se subió un hombre visiblemente borracho y agresivo. Iba gritando, empujando a los pasajeros, claramente buscando pelea. Dobson, joven y fuerte en aquel momento, se preparó mentalmente para intervenir con sus habilidades marciales si era necesario.

Pero antes de que pudiera actuar, un anciano sentado cerca lo llamó con una voz suave y alegre:

—¡Hola! ¿Qué has estado bebiendo? —le dijo al hombre, sonriendo como si estuvieran charlando en un bar.

El borracho se quedó desconcertado. La tensión se rompió. Comenzaron a hablar. El anciano le preguntó por su vida, y el hombre acabó contando que su esposa había muerto, que estaba solo, sin trabajo, y que no sabía cómo salir del agujero en el que estaba.

Acabaron los dos abrazados, el anciano acariciándole la cabeza, como a un hijo perdido.

Dobson comprendió en ese momento que el Aikido no consistía en dominar al otro con habilidad, sino en redirigir la energía del conflicto hacia la compasión, en desarmar no el cuerpo, sino el corazón del adversario.

“Ese fue el verdadero Aikido.”
– Terry Dobson

Entrada generada con IA

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